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El fundamentalismo del mercado

 

La realidad ha demostrado la estrecha relación que existe entre la seguridad alimentaria y los factores que han venido ejerciendo una influencia perversa sobre sus indicadores: la lógica de los mercados y sus consecuencias sobre la estabilidad del clima y las condiciones del ambiente. Bajo el paraguas del Consenso de Washington se ha creado una fe ciega en la liberalización de los mercados, en Panamá a partir de 1990, los gobiernos han adoptado reformas especiales compatibles con las reglas  de la OMC que no distorsionen los intercambios comerciales.

 

La experiencia demuestra que la liberalización es en gran parte, responsable de la crisis alimentaria y de su agravamiento. El desmantelamiento de la protección y de los incentivos al sector productor agropecuario impuesto por el Banco Mundial y el FMI y consolidada por la OMC, desarrollada con los acuerdos de libre comercio, ha traído consecuencias dramáticas  sobre las fuerzas productivas del agro, por un lado el sometimiento de la producción local a una competencia insostenible con mercados externos, ha destruido las mismas bases de la producción en el sector agropecuario, por el otro lado, tal como se está dando en el entorno internacional, la creciente importación de alimentos ha ocasionado el desplazamiento de productores y de trabajadores agrícolas, y se ha convertido en una fuente de transmisión de las  alzas y la volatilidad de los precios locales de los alimentos, afectando el costo de la canasta básica, los niveles de pobreza y el sesgo de distribución del ingreso,  en la economía panameña.

 

En Panamá, posterior a la invasión militar norteamericana, la política oficial se caracteriza por el abandono definitivo del Estado de bienestar, particularmente desde 1994. Este hecho al igual que la consideración de otros factores, tales como el desempeño de los mercados de alimentos, el auge del negocio de biocombustibles a nivel mundial, el cambio climático, la crisis energética, la financierización de los alimentos, el poder adquisitivo del dólar, nos permiten entender la situación de la seguridad alimentaria en nuestro país, algo similar a lo que ocurre en otros países en desarrollo.

 

La apertura indiscriminada al exterior y el desmantelamiento del apoyo estatal a la producción alimentaria local (seguridad y soberanía alimentaria), es una de las causas de la crisis alimentaria global. En el caso de Panamá, las autoridades justifican el cese de los incentivos,  sosteniendo que la economía panameña no tiene ventaja comparativa en la producción de alimentos tales como el arroz y el maíz y tiene reducido tamaño el mercado local, por lo que  se confiere al mercado  incondicionalmente el mecanismo de asignación de los recursos, especialmente al mercado externo una función clave. Los postulados básicos de este enfoque, conciben que por vía de las importaciones en un régimen de libre competencia se abaraten los productos alimenticios que consume la población panameña, al mismo tiempo que sea a través de algunos productos exportables, como los productores locales accesen a los ingresos de los mercados mundiales. Esto debería evitar escasez y precios altos para la demanda interna. Este enfoque no toma en cuenta la cartelización de los mercados mundiales vinculados con la producción y comercialización de alimentos, así como los factores que vienen determinando una crisis alimentaria internacional de grandes proporciones. Igual se deja de lado la estructura oligopólica,  la especulación en el mercado local y el atraso tecnológico de los productores locales.

 

Declive de la producción nacional de alimentos

 

Otra consecuencia de la liberalización es un declive importante de la producción alimentaria nacional. El aporte a la economía del país involucionó de un 4.8% en el año 2003 a 3.6% en el año 2009. Considérese el aporte importante que hace en el sector agropecuario la producción agrícola, lo que confirma la situación deprimente del mismo. Con base a los datos de la CEPAL, el índice de producción de alimentos por persona en Panamá se redujo en un 11.1% entre el periodo 1991 – 1992 y el periodo 2002 – 2004. Según la información nacional disponible, la superficie  sembrada de arroz se redujo en  21.6% en el periodo 2003 – 2004 y el correspondiente a la campaña agrícola 2006 – 2007, en lapso de tiempo que separa a estos dos años agrícolas, la producción total se redujo en 31.2%. En el caso del maíz, según la información estadística de la Contraloría General de la República, entre el período 2004 – 2005 y la campaña 2007- 2008, la superficie sembrada se redujo en 15.1%, mientras que la producción física lo hizo en 5.0% (Jované, 2011)

 

El otro elemento que contribuye a empeorar  la crítica situación de la seguridad alimentaria es el acaparamiento y la especulación de tierras principalmente por parte de grupos locales y de capitales extranjeros, con respaldo oficial a través del Programa Nacional de Titulación de tierras,  el PRONAT, con el objetivo de  incorporar al mercado capitalista millones de hectáreas que antes no podían ser objeto de crédito, valorización, especulación inmobiliaria, pago de impuestos (según el nivel de explotación que tengan), etc. Cultivos como el arroz, maíz y banano han disminuido la superficie de terrenos por diversas circunstancias. En el año pasado 2010 se sembraron 62 mil hectáreas de arroz en contraste con las 105,490 hectáreas sembradas en el año 2008 (Esquivel, 2011). Entre las tierras abandonadas están las 5,700 hectáreas en Puerto Armuelles.  Además la producción de  maíz se ha visto afectada por la reducción de 15 mil hectáreas a 10 mil en el último año. En relación a la fuerza laboral agrícola, el aporte que ésta hace  a la fuerza de trabajo total de Panamá,  se ha reducido en el período 1990 - 2007, variando de 25.9% a 17.3% (FAO, 2010).

 

Creciente importación de alimentos

 

Según la FAO, entre 1990 – 1992 y el 2002 – 2004, el índice de valor total de las importaciones de alimentos hacia Panamá se elevó en 102,0%, mientras que el valor unitario de las importaciones se redujo en 15,7%. O sea, en términos reales el incremento de las importaciones de alimentos fue de cerca del 117,7%. De acuerdo a cifras de la CEPAL, nuestro país se ha visto obligado a importar durante el año 2009 B/ 1,063 millones en alimentos, con un déficit en su balance comercial agro alimentario equivalente a B/ 396 millones, que significó, además, un crecimiento del 167.1% en relación al observado el año previo. A diferencia con esto, el valor total de las exportaciones de alimentos mostró un declive de 7,5% en términos del valor total y un incremento de 30,0% en su valor unitario, lo que marca un significativo deterioro en términos del volumen físico de exportación. Lo anterior reafirma la creciente dependencia alimentaria del país con respecto al exterior.

Se  encarecen los alimentos

 

El Índice de Precios de los Alimentos que elabora mensualmente la FAO, muestra una tasa de crecimiento acumulado de 24.6% entre diciembre de 2009 y diciembre de 2010. Esta situación aparece principalmente  a partir del segundo semestre del 2010, ya que durante este período la tasa de crecimiento acumulado de los precios alcanzó a un nivel tan elevado como lo es el 32.1%. En dicho semestre la inflación en el precio de los alimentos se concentró en tres grupos con la capacidad de impactar en el costo de la canasta básica alimenticia panameña: el azúcar, con un aumento de 77.1%; cereales, con un incremento de 57.1% y aceites, que registran un alza de 56.2% (Jované, 2011). Este fenómeno tarde o temprano impactará a la población panameña, principalmente la de menores ingresos, sobre todo a ese 20% de la población  que apenas recibe el 2.5% de los ingresos.

 

Pobreza

 

La encuesta de Niveles de Vida (ENV) 2003 clasifica como pobres simplemente a todas aquellas personas cuyo consumo   total  corresponde  a B/. 953.00 por año, o sea B/ 79.42 de consumo por persona al mes. La línea de  pobreza general en 1997 era de B/. 905.00 de consumo total anual por persona. La línea de pobreza general en 2008 era de B/. 1,126.00 de consumo total anual por persona, o sea B/ 94.00 de consumo por persona al mes. La ENV de 2008 encontró el valor de línea de pobreza extrema B/ 639.00 anuales por persona, lo que se traduce en B/ 1.75 diario. Poco más de medio millón (537,000) panameños (16% de la población total) se encuentran en situación de pobreza extrema. Ellos están constituidos por el número de hogares y de personas que ni aun gastando todo su ingreso en alimentos no logran ni siquiera cubrir sus  necesidades alimenticias mínimas (calculada en consumo per cápita en B/ 534.00 al año, o sea B/ 44,50 de consumo por persona al mes) (Estimación de la , MEF 2003).

 

En las áreas urbanas del país la pobreza total y la pobreza extrema alcanzan su menor nivel, 20,0% y  4,4% de su población respectivamente. En las áreas rurales no indígenas poco más de la mitad de los    residentes es pobre (54,0%) y una de cada cinco personas (22,0%) se encuentra en situación de pobreza extrema. En las áreas rurales indígenas casi la totalidad de sus habitantes es pobre 94,4% y en pobreza extrema se encuentra el 90% de los pobladores.

 

A pesar del crecimiento económico observado entre el 2004 y 2008, la distribución del ingreso prácticamente no mostró ningún cambio significativo en ese período. De acuerdo a la  CEPAL, en el año 2004, el 20% más pobre de la población logró captar el 2.5% de los ingresos, los mismos lograron captar en el 2008 el 2.9% de dichos ingresos. Por su parte el 10% de la población más rica logró acaparar  cerca del 40% de los ingresos en ambos años, lo que demuestra el carácter estructural del sesgo existente en la distribución del ingreso. Tomando en consideración el dato de la FAO, que el 15% de la población panameña está en condiciones de subnutrición.

 

Sesgo anticompetitivo de los mercados de alimentos

 

El alza que siguen los precios de los alimentos de la canasta básica en general, es un factor que afecta negativamente la seguridad alimentaria de la población, situación que preocupa  en medio del debilitamiento de la producción del sector agropecuario.

 

En el mercado local dominan los elementos especulativos y las prácticas oligopólicas, al igual que la ausencia de voluntad de las autoridades para controlar estos elementos. A lo que se agrega el desempeño cartelizado de los mercados mundiales de alimentos y la competencia que genera con estos mercados, la producción y comercialización de biocombustibles.

 

Mercados internacionales de alimentos

 

El  informe elaborado  por CEPAL, FAO e IICA  sobre la tendencia y volatilidad de los precios de los alimentos y divulgado en los primeros meses de 2011, da cuenta del estado preocupante del encarecimiento de los precios de los alimentos y de su impacto sobre la seguridad alimentaria (CEPAL, FAO, IICA 2010). Expresa que los mercados internacionales de productos agrícolas han seguido una dinámica que se caracteriza por un repunte de los precios de los alimentos llegando a superar los niveles de la crisis del año 2008. Esta dinámica se despliega desde el segundo semestre de 2010 y prosigue los primeros meses de 2011, proyectándose esta tendencia de una constante variación de los precios, significando para los productores mucha incertidumbre, añadida a la preocupación por los riesgos que implica el cambio climático y la presencia recurrente de plagas y enfermedades.

 

Los principales índices de precios de alimentos calculados por estos organismos se incrementaron entre junio y diciembre de 2010 en aproximadamente 30%, cerrando el año en niveles similares a los alcanzados durante el alza de precios del primer semestre de 2008. La tendencia continuó durante enero del presente año 2011, con un incremento del 3,4% en el índice de precios de alimentos de la FAO. El Informe subraya la influencia del rol de factores como la especulación en los mercados de materias primas, la incertidumbre respecto del ritmo de crecimiento de la economía mundial, la pérdida de valor del dólar, entre otros. Otros factores determinantes en el aumento en los precios de los productos básicos, son por el lado de la demanda, el crecimiento demográfico, el aumento de la riqueza, y el uso de granos para biocombustibles. Por el lado de la oferta: la erosión del suelo, el agotamiento de los acuíferos, la pérdida de tierras agrícolas a usos no agrícolas, el desvío de agua de riego a las ciudades, el estancamiento de los rendimientos de los cultivos en la agricultura de los países avanzados, y debido a las olas de calor sobre el cambio climático, extinción de cultivos y derretimiento de los glaciares de montaña y capas de hielo (Lester Brown, 2011).

 

El Informe citado al comparar  los elementos presentes en la crisis alimentaria del 2007-2008 con la de los años 1970, plantea algunas similitudes, como la depreciación del dólar, el aumento del precio del petróleo, presiones inflacionarias generalizadas y alteraciones climáticas que afectaron la producción mundial de cereales. Sin embargo, desde hace algunos años han surgido nuevos elementos como la “financierización” de los mercados de bienes básicos y la producción de biocombustibles que aportan complejidad al actual escenario, sostienen los autores del Informe.

 

Necesidad de cambio en la política económica

 

El aseguramiento de una verdadera soberanía alimentaria,  impone la necesidad de realizar esfuerzos por cambiar la política económica hacia el campo, así como el carácter concentrador y excluyente del actual modelo de desarrollo. Se hace necesaria por tanto, una transformación de las prioridades y de la política nacional de desarrollo.

 

El impulso de una política alternativa para enfrentar los crecientes problemas de seguridad y soberanía alimentaria del país, solo se puede lograr en un clima de participación de la sociedad en el debate público y en la movilización nacional en la búsqueda de soluciones concretas.

NEOLIBERALISMO Y LA SEGURIDAD ALIMENTARIA

Elixsandro Ballesteros

Seguridad y Soberanía Alimentaria

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